Las décadas de los años 20 y 30 del pasado siglo se caracterizaron por ser un período de grandes avances en la aviación, que se plasmaron en la realización de vuelos de larga distancia, de prodigiosas aventuras aeronáuticas. Coincidiendo con el período de entreguerras, se realizaron importantes avances en el diseño de los aviones, se desarrollaron las infraestructuras terrestres necesarias para facilitar el vuelo, se construyeron aeropuertos, se desarrollaron códigos internacionales de comunicación, se investigó sobre las ayudas a la navegación que podían ofrecerse desde tierra… La fama de la aviación en estos momentos era enorme. Son los años dorados de la aeronáutica.
<<Terminada que fue la guerra europea, todas las potencias beligerantes
se apresuran a llevar su aviación a las colonias, tanto para acrecentar
el prestigio de la metrópoli, como para el estudio de las posibilidades
de enlace de la nación con sus dominios>>
En España, sin embargo, no es hasta 1926 –año en el que la situación en la Guerra de Marruecos hacía presagiar un desenlace favorable, unido a la renovación material y al firme apoyo de la autoridad- cuando muchos aviadores españoles vieron la oportunidad de hacer realidad antiguos proyectos de grandes raids aéreos, al estilo de los que realizaban por entonces pilotos de otros países. Nuestros aviadores habían adquirido gran experiencia por el conflicto marroquí, no faltando ni estímulo ni calidad. Buena prueba de ello es que no sólo emularon a los más distinguidos nombres de la aeronáutica mundial, sino que, incluso, llegaron a superar su gloria, logrando hazañas no realizadas hasta entonces. Las gestas de Ramón Franco, Eduardo González-Gallarza, Julio Ruiz de Alda, Rafael Martínez Esteve, Joaquín Loriga, Eduardo Jiménez, Francisco Iglesias, Carlos de Haya, Cipriano Rodríguez Díaz, Mariano Barberán, Joaquín Collar, Juan de la Cierva, Fernando Rein Loring… así lo atestiguarán.
En este contexto, el aeródromo de Los Alcázares fue, prácticamente, desde su origen lugar de referencia para muchos de estos grandes vuelos, tanto nacionales como internacionales. Su estratégica situación, sus notables infraestructuras (campo de vuelo terrestre de 1000x600 metros, grandes hangares, talleres, estación radiotelegráfica…) y su extraordinaria base de hidroaviones eran conocidas en toda Europa. Así, no era extraño que numerosas expediciones aeronáuticas lo incluyeran en sus libros de ruta.
27 de mayo de 1916 – Cuatro Vientos-Los Alcázares
Cuatro aparatos, modelos Barrón Flecha y Lohner, pilotados entre otros por el Infante Alfonso de Orleans y los capitanes Luis Sousa y Ángel Martínez, despegaron de Cuatro Vientos para realizar un vuelo en escuadrilla con destino al aeródromo de Los Alcázares. Su cometido era mejorar lo conseguido por cuatro Maurice Farman pocos días antes. Únicamente, el Barrón Flecha con motor Mercedes de 100 CV del Infante logró hacer el vuelo directo a una velocidad media de 123 km/h., batiendo el record de España de distancia Llegada.
Llegada del Infante Alfonso de Orleans al aeródromo de Los Alcázares |
Llegada del Infante Alfonso de Orleans al aeródromo de Los Alcázares |
13-15 de noviembre de 1925 – El Alcione y el Plus Ultra
Escala del hidroavión Savoia S.55 Alcione del jefe del Ministerio de la Aeronáutica italiana, Eugenio Casagrande, que intentaba realizar un vuelo transoceánico entre Italia y Brasil –objetivo que no alcanzó.- El Alcione coincidió en aguas del Mar Menor con el Dornier Wal W-12, el inmortal Plus Ultra, del comandante Ramón Franco.
El S.55 Alcione, de Casagrande, y el Plus Ultra, del comandante Ramón Franco, rivales en su aspiración de volar a Sudamérica, fondeados frente a Los Alcázares, noviembre de 1925 |
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